viernes, 7 de junio de 2013

LAS FLORES EN EL ARTE.

LAS FLORES. SÍMBOLO O DECORO.
La representación de flores en la decoración a lo largo de la historia parece obedecer a muy diversas motivaciones.


Belleza, alegría, pureza, naturaleza, el paraíso, son múltiples las ideas asociadas a la representación de la flor en la iconografía a lo largo de los tiempos.
A la vista de un estudio de imágenes y una experiencia visual, tomando algunas referencias literarias aportamos ligeros conceptos sobre el empleo de flores.
Utilizadas en los años 60 por el movimiento hippie, símbolo de la paz y de la felicidad frente a la guerra del Vietnam y la contaminación.

Desde que se interpretó la Anunciación de filippo Lippi con un suelo tapizado de flores, pasando por Fra Angélico, monje domicio que asocia el paraíso y la expulsión de Adan y Eva con un jardín florido, hasta los grandes techos de elegantes salones llenos de florones en entrevigados y casetones, la asignación de significado a esta figura ha sido muy diversa.

El movimiento Arts And Craft en la Inglaterra del XIX y en España el Modernismo, con líneas serpenteantes y arte ornamental, sin olvidar a William Morris, artesano, impresor y diseñador que en 1861 con la fundación de su empresa, retoma el empleo de flores de mil formas y sobre miles de soportes recuperando el gusto por el decoro.
Manet, Edgar Degás, Cezanne y por supuesto Van Gogh y otros muchos las pintan en gran parte de su obra. Simbólica o solo emotiva y sugerente. Junto a las hojas generan movimiento y acompañados de su diversidad de color y relieve son fuente de expresión.

En la prehistoria prevalece las representaciones abstractas o animales, son menos comunes los elementos vegetales y más extrañas las flores.
En Egipto sí se utilizan estas figuras con pinturas murales abundantes vegetales y animales. La cultura clásica, con su interés por definir la belleza sirve de ejemplo para la difusión por ambas orillas del mediterráneo de estos ejemplos.
La cultura islámica por el sur, huye de representaciones figurativas humanas y animadas, decoran sus muros con abundancia de vegetación entremezclados con trazados geométricos.
Las flores han servido para engalanar todo tipo de elementos arquitectónicos.
El lírio (la azucena, la flor de lis) corresponden a la tradición cristiana. La flor de lis representa la pureza y es tomada por los Dominicos como emblema.
Son muchas las religiones que emplean flores con simbología propia. En la religión Maya el Nenufar, Zapte, Bobo, Ceiba, Plumería, la flor de mayo, el Calabacín , la Amapola  o la Dalia.
La cultura Hindú utiliza la flor de Loto y Japón la flor del Almendro.

La geometría es abstracta y requiere menos destreza que lo figurativo. Son muy comunes en los pueblos nórdicos y en el Islam los abilletdos, ajedrezados, puntas de diamante, cintas onduladas o quebradas, redes, cruces gamadas, de San Andrés, de Malta, doble hacha, crismón, circulares, bolas , perlas, obas, dardos, lobuladas, hexalobuladas, pentalobuladas, entorchados y muchos más.
Los motivos vegetales son denominados fitomorfos, fitaria o flora. Pueden representarse de forma naturista, estilizada o geométrica. En el primer caso es copia del natural, en el segundo se trata de una transformación con simetría que desfigura y estiliza incluso idealiza el modelo.
La clasificación en hojas, tallos, frutos y flores es más común.  Las flores aparecen generalmente centradas en paños delimitados, dispuestas en hilera se denominan rosetas. La estilización con un número delimitado y constante de pétalos le aporta nombre propio. Trifolios o trilóbulos, cuadrifolios, tetrafolios, se encuentran en marcos estrechos alargados, arquivoltas, cimacios, molduras o formando parte de una configuración figurativa simétrica o no. Quizás la flor hexafolia, ejecutada con compás sea el motivo vegetal más repetido a lo largo de la historia en todo tipo de soporte. Desde la actualidad, con una visión contemporánea en la que el minimalismo y la ausencia de decoración dominan el panorama artístico, en momentos de crisis asociados siempre al romanticismo, parece conveniente retomar un tema tan persistente atendiendo a su validez actual, como símbolo o como simple figura.
La flor merece un estudio tanto formal como semántico con significado, para ello nos referiremos a sus fuentes, nacimiento, evolución y transferencia entre culturas, buscando la vida de las imágenes, desde la representación en las cavernas, de difícil justificación, mágica o propiciatoria, pasando por las religiosas, las de propaganda o políticas, didácticas o moralizantes. Incluso las imágenes sin función concreta, el denominado arte por el arte. Leer las representaciones florales e interpretar la voluntad del diseñador es compleja, su influencia social y cultural ha sido importantes a pesar de que los mensajes que nos transmiten llegan indefinidos o difusos por el paso del tiempo. Recordando a Panofsky tenemos que hablar de la historia del arte  de los textos y los contextos. Un estudio profundo y no una mera observación sensorial,  además de sus virtudes técnicas y artísticas debemos entender las en su contexto, como transmisoras de ideas comprendiendo su forma y significado, lo que nos obliga a conocer más a fondo cada obra  y su contexto físico, geográfico, sociológico, religioso, reconstrtuir los entornos en los que fueron elaboradas con todo aquello que fue escrito y se asocia a ellas. Recordando la descripción de Panofsky del arte como producto de la mente que cristalizada da lugar a la forma.
Como dice Fritz Saxo, las imágenes poseen un significado en un momento y lugar determinados e influyen sobre la cultura e su entorno.

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