LA DECORACIÓN DE PLACAS RECORTADAS EN LA ARQUITECTURA BARROCA
SALMANTINA.
Las placas recortadas, un elemento empleado con profusión en la arquitectura barroca
española, en especial en Galicia, Andalucía, Extremadura, Navarra, Vascongadas y
abundantemente en Salamanca, importante por su singularidad, variedad y riqueza decorativa que aporta con sencillez a los muros lisos.
No puede ser el propósito de este trabajo desentrañar el origen, difusión, transmisión y
desaparición de esta decoración dada la escasa extensión del mismo, pero sí un acercamiento a su conocimiento, y ubicación en la península, recordando a los arquitectos que más lo emplearon en sus trazados, intentando asociar los lugares y el momento con estos artífices que permitieron crear una singular y bella arquitectura, y en especial su difusión en Salamanca.
Somos conscientes de la discusión producida desde sus inicios, entre los que utilizaban placas recortadas en sus obras y sus detractores, que llegaban a ridiculizarlos por su alejamiento de los cánones clásicos decorativos, entendiendo que distorsionaban la arquitectura de raíz helenística más pura, sustituida por otra ornamental.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
La arquitectura barroca en España situada en el “Siglo de Oro” comenzaría en los últimos años del siglo XVI y se prolonga hasta el último tercio del XVII.
En su primera etapa se conserva la herencia de El Escorial de Herrera y el paso a lo que llega de Italia.
Los hermanos Churriguera, Figueroa, García de Quiñones, Pedro Ribera o Narciso Tomé, despliegan un decorativismo desconocido en la segunda época.
Para alcanzar el Rococó que llega de Francia y con los Borbones a los palacios y los nuevos cortesanos.
Con el barroco más decorativo se difunde en la etapa final la columna salomónica y los tejidos colgados, cortinajes y estandartes que junto con los vegetales cubren los elementos arquitectónicos básicos.
El profesor Eduardo Azofra dice en “la adecuación a la sensibilidad Barroca en las Catedrales de Castilla y León” al referirse a la capilla del Pilar de ciudad Rodrigo “… surgen, entre otros motivos, las rocallas y las consabidas placas recortadas del barroco español acompañadas de una copiosa decoración vegetal”
LAS PLACAS RECORTADAS.
El nombre, muy probablemente se toma de la carpintería, tanto de la ejecución de sillerías como de retablos, también de la costumbre de ejecutar maquetas a escala de edificios en madera. Para representar el relieve sobre las superficies lisas de los muros se adosan piezas delgadas de madera que imitan el relieve de recercados, peanas, cornisas…, simplificando las zonas que ocuparán tallas en relieve.
La ejecución de las maquetas en madera puede condicionar el diseño en piedra.
No es casualidad que los arquitectos Joaquín de Churriguera, Pedro de Ribera, o Alonso Cano fueran hijos de ebanistas ensambladores.
Según
Rodríguez G. de Ceballos, en su trabajo sobre los Churriguera, a la vista de un
dibujo datado en 1742 que correspondía a una propuesta para el cimborrio de la
Catedral Nueva de Salamanca “y las
bóvedas transparentes se aúnan con motivos ornamentales platerescos y barrocos
concebido todo ello con una técnica carpinteril de custodia o de retablo”.
Escrito redactado por Gregorio Gallego.
También
Ceballos, en el mismo estudio dice de Joaquín Churriguera, “mejor carpintero
que hábil arquitecto, que concibió una obra más para ser realizada en madera
que en piedra”.
No solo en
España se difunden estos elementos decorativos, también pasan a América y en
particular a Méjico. El profesor Pedro Rojas, en sus escritos sobre “Formas
distintivas de la ornamentación barroca mexicana del siglo XVIII” al hablar de
la arquitectura novohispánica del siglo XVIII, dice que esta decoración se
centra en portadas, ventanas hornacinas peanas y pilastras.
En México
se denominan pinjantes y guardamalletas.
Las placas
recortadas aparecen en el nuevo continente en la catedral de Morelia y templo
de San José, en la parroquia de Santa Prisca de Taxco (1752-1758) en San Miguel
de Allende, en la casa del Conde de Canal en las hojas de las puertas.
Colgaduras
adaptadas a peanas, alféizares o ménsulas en la Valenciana de Guanajuanto, y en la “Casa de los mascarones” de la ciudad
de México.
Sancho
Corbacho, Antonio (Arquitectura barroca sevillana del siglo XVIII CSIC
Instituto “Diego Velásquez” sección Sevilla p.37) dice que el pinjante aparece
en Andalucía y lo menciona como “incrustaciones de placas recortadas con
perfiles de trazas complicadas “ se desarrolla durante el segundo tercio del
XVIII. En el Hospicio de Córdoba (1716-1745) el patio está lleno de pinjantes.
Kubler dice
que el pinjante corresponde al adorno de fiestas, junto con la guardamalleta.
Alonso Cano
en la Catedral de Granada decora con placas y motivos vegetales.
También
debemos hablar, según cita Sancho Corbacho op. cit. P.152 del cajeado con
labores resaltados llamado así por él, muy semejante al trabajo en madera para
dar claroscuros a fajas largas de molduras.
Tomado del
romano es muy decorativo el ahuecamiento de la sección que puede ser plano o
curvo, cóncavo o convexo.
Intentando
situar la aparición, el desarrollo y el uso de este tipo de decoración en la
España del barroco localizamos algunas citas significativas.
En esta
región son realizadas con trazado geométrico sencillo, semeja la
esquematización de un elemento colgante finalizando el centro en borla.
En
Andalucía son más decorativas, se superponen varias placas con diferentes
trazados cada una. Las curvas juegan un papel más importante que los trazados
rectos y en especial los verticales que son escasos. Son claramente diferentes de las utilizadas
en Castilla y Galicia.
En
Andalucía , La iglesia de la Magdalena de Granada, proyectada por Alonso Cano y
concluida por Juan Luis Ortega.
En el arte
Barroco Español escrito por Rosario Anguita Herrador, afirma que fue el el
italiano Francesco Milicia es uno de los
primeros en utilizar el término barroco.
Cabe
recordar que la división más difundida se hace en tres etapas:
1ª Etapa
1640-1650 como prolongación del estilo Herreriano.
2ª Barroco
pleno o decorativo, hasta 1670.
3º Barroco
castizo de ornamentación complicada hasta el siglo XVIII.
En Segovia
y Salamanca la influencia herreriana llega de la mano de Juan Gómez de Mora
(1568-1648) sobrino de Francisco de Mora (1552-1610) aparejador de Juan de
Herrera en el Escorial.
Gómez de
mora en 1617 realiza el proyecto de la Clerecía según el modelo del Gesú de
Vignola.
En
Andalucía, Alonso Cano, también escultor además de arquitecto en Granada y
desde 1652 a 1667 (su muerte) inicia el barroco pleno.
En la
catedral de Granada diseña en 1667 la fachada incluyendo medallones ovalados
sobre placas recortadas. También en Santa María Magdalena en 1670 utiliza las
placas sobre las que coloca hojas carnosas.
Se atribuye
a Leonardo de Figueroa su introducción en Sevilla (patio de los Naranjos, San
Telmo y templo del Salvador)
Las
colgaduras, con borlas o no, son adaptadas a peanas, alféizares o ménsulas.
En el patio
del Hospital de Sevilla (1687-1697) aparecen borlas bajo las enjutas de los
arcos. Realizado por Leonardo de Figueroa (1650-1730) se habla del pinjante,
del guardamalleta y del cortinaje.
En Santiago de Compostela, Casas Novoa realiza la
fachada del obradorio iniciada por José Peña de Toro. El realce y la
escenografía de la nueva fachada se consigue junto al aumento considerable de
la entrada de luz en la catedral.
Se denomina
estilo de placas, formas geométricas recortadas que colaboran a darle relieve y
unidad a columna, pilatras, arcos y molduras en la fachada de Santa Clara.
Simón Rodríguez sigue el estilo de placas siendo el máximo exponente en
Galicia.
En Levante
el arquitecto y escultor Jaime Bort (muerto en 1754) en la fachada de la
catedral de Murcia entre 1741 y 1754 como elementos decorativos destacan un
frontón partido y placas recortadas junto a otra decoración abundante.
Se prodigan
los elementos como soportes y pilastras sin función arquitectónica clara, solo
decorativa, movimiento con alternancia de rectas y curvas, entrantes y salientes,
superficie cóncavas y convexas, todo en movimiento. Esto produce contrastes de
luces y sombras, planos muy iluminados y rincones oscuros, salientes y bruscos
entrantes, atmósfera teatral y dramática con efectos escénico de claroscuro.
Las placas,
por tanto, son una muestra evidente de barroquismo.
La
decoración, argumento de convicción y persuasión, arte dirigido a crear
sensaciones y emociones, dramatismo y teatralidad aunque es poco real consigue
impactar al fiel.
Los
retablos son, después del estilo Herreriano el principal ornamento de las
iglesias. Sobre paramentos planos y fundamentalmente en la fachada, se trazan
rectángulos resaltados.
Pedro de
Ribera con los hermanos Churriguera, Simón Rodriguez y Alonso Cano, son los
principales precursores de la difusión de placas, los dos primeros en el
periodo castizo.
En el
norte, Navarra y el País Vasco, en los siglos XVII y XVIII en las torres
campanario que se levantan aparecen junto a otras formas del barroco las placas
recortadas.
De Galicia,
como García de Quiñones, llegan los ejemplos mas abundantes de placas
recortadas.
José Benito
de Churriguera (1665-1725) escultor-ensamblador. Trabaja en el retablo de San
Esteban en 1693 donde mezcla lo escultórico con los elementos arquitectónicos.
Su hermano Joaquín
de Churriguera (1674-1724) es autor entre 1714 y 1724 de la cubierta central de la
catedral, el Colegio de Calatrava en 1717 y la hospedería y patio del colegio
Anaya influenciado por Rodrigo Gil de Hontañon.
El tercer
hermano, Alberto(1676-1750) el más barroco realiza en Salamanca en 1732 la
iglesia de San Sebastián. Pero además de trabajar como maestro mayor en la
catedral a partir de 1725, sobre todo realiza en 1729 la traza de la Plaza
Mayor, aunque el Ayuntamiento fue realizado en 1750 por su continuador Andrés
García de Quiñones .
También
realizó éste la escalera de honor y el patio de la Clerecía en orden gigante.
G. de
Ceballos denomina en su trabajo “La arquitectura de Andrés García de Quiñones”
“el estilo abstracto de placas de origen compostelano” que aportó a la
decoración de Salamanca. Como afirma, se trata de una ornamentación seca y
descarnada. Estilización y sintetización de elementos naturales, florales y de
colgantes.
Terminó las
alas de la Plaza Mayor de Salamanca, oeste y norte con el ayuntamiento,
En la
fachada de la iglesia del Convento de San Francisco podemos ver hermosas e
importantes placas en su parte alta. También en la iglesia de Calzada de
Valdunciel, ejecutó su exterior con ventanas rematadas en su base con placas.
En esta iglesia podemos ver su gusto por este tema que se había proyectado
abundantemente en la capital.
En la
Clerecía, realiza intervenciones con este mismo recurso en el claustro en los
antepechos bajos con gruesos aplacados.
También la ventana del ático mucho más plano. Su origen compostelano lo
plasma en casi todas sus obras. En la bóveda de la biblioteca de la universidad
también el arranque de los arcos fajones se realiza sobre peanas con placas,
igual que en el salón General de Teología.
La
terminación inferior en estandarte con borlas es gallega. En Salamanca se
prodigarán los remates inferiores rectos y secos.
Muy activos
son la familia Churriguera que llegaron a crear un estilo propio dentro del
barroco del siglo XVIII denominado despectivamente “churrigueresco”.
Según
Beatriz Blasco Esquiras, en su texto “Ni fatuos ni delirantes” el término
churrigueresco, además de peyorativo es extravagante, recargando o incluso
chabacano.
No obstante
Ceán Bermudez afirma “Se le hace autor de los adornos de arquitectura que se
usaban en su tiempo, dándoles el nombre de churriguerescos, pero si a alguno se
le ha de dar el título de inventor de esta ridícula casta en España, ninguno es
mas acreedor a él que don Pedro de Ribera, que lo usó antes que churriguera con
más extensión…”
F.P. Verrié
secundando el trabajo de sus antepasados consideró el churrigueresco como el
“último capitulo en la creatividad de una interesante evolución aretesanal
levantina”.
En 1924
Otto Schubert asocia a Churriguera con el tratado de Guarino Guarini “Arquitectura
civile”.
F.P.
Verrié, los barceloneses cit. P.214 “ el estilo de José Benito se haya
enraizado en la práctica ornamental de ebanista, doradores y fabricantes de
retablos, enriquecido por esporádicos préstamos
de las formas del barroco romano”.
El barroco
se desarrolla como un símbolo del poder de la contrarreforma contra el
protestantismo impulsado desde Roma que es imitado a continuación por los reyes
de Francia.
En su
tratado sobre Alonso Cano, Alfonso Rodríguez G. de Ceballos afirma que Alonso
Cano “aporta a la arquitectura Barroca del siglo XVII los retablos, los dibujos
arquitectónicos y decorativos y los edificios”.
Junto al
uso de las placas recortadas emplea las “hojas canescas”, el mismo autor dice
“las placas únicas o superpuestas aparecen profusamente en las láminas del
tratado de Wendel Grapp llamado Dietterling que, aunque publicado en 1598,
debió llegar a conocimiento de los artistas españoles al finalizar la segunda o
tercera década del siglo XVIII”.
“Cano trajo
probablemente su origen de los tacos encolados y engatillados del ámbito de la
carpintería, de la ebanistería y del esamblaje”
En el
convento de Santa Teresa de Avila (1629) Fray Alonso de San José, arquitecto
carmelita, según Martín Gonzalez “tratamiento más rico y suntuoso de la fachada
con la introducción elegante de almohadillado, las placas recortadas y las
volutas flanqueantes, elementos ornamentales nunca antes visto en las fachadas
carmelitas.
Florencio
Javier García Mogollón y Vicente Méndez Hernán, en su publicación sobre Fray
José de la Santísima Trinidad, los retablos del antiguo convento trinitario de
Hervás (Cáceres) “ placas recortadas con diferentes diseños geométricos
fantaseados, de mayor abstracción que los motivos naturales y de evidente
inspiración en tratados ahora recuperados como el de “arquitectura” fantástica
de Wendel Dietterlin de Norba-Arte XVIII 1997/99-120.
Pedro Luis
Echevarría Goñi y Ricardo Fernández García en su publicación sobre el convento
e iglesia de los Carmelias Descalzos de Pamplona dice “todos los retablos de
Pamplona fueron proyectados por los hermanos arquitectos y ejecutados por
artistas locales bajo las de aquellos”.
“La
decoración de tallas es la propia del periodo prechurigueresco consistente en
cartelas cactiformes de abultada y plástica factura sobre placas recortadas”.
LA FORMA.
El elemento
de referencia textil colgante mas representativo y determinante en la historia
del arte que conocemos es el baldaquino de Bernini en San Pedro (1624-1633) donde
vemos la guardamalleta rematando el perímetro del dosel entre las columnas
salomónicas.
No se debe
de interpretar la referencia al baldaquino como una copia sino como un
referente lleno de expresión formal autorizado y bendecido por el mismo Papa,
en contra de la austeridad predicada por algunas congregaciones. Este gesto
sirve de punto de partida para todos aquellos que quieran seguirlo.
El
engalanamiento de las casas nobles, ventanas y balcones en particular, para las
grandes celebraciones y fiestas públicas hace proliferar este adorno.
De estos
sencillos textiles templados con borlas y colgantes, transformados en metal en
el baldaquino, su traslado a los muros de piedra o entrepaños de madera es una
simple aplicación de un trazado que los materiales permiten. El relieve que
aporta a los muros, se asemeja al que producen los estandartes y colgajos en
las ventanas, planos a diferente nivel y sombras que realzan su forma.
Los relieves,
siempre salientes hacen que los edificios se realcen, se abultan, se mueven, se
teatraliza. Un edificio en origen de estructura arquitectónica que pasa a ser
trabajado y escenográfico, atractivo y llamativo para el fiel y visitante.
La iglesia
y sus fundaciones, así como los nobles, engalanan sus fachadas con decoraciones
colgantes permanentes, la contrarreforma permite la proliferación decorativa en
el interior en los retablos y capillas, y en el exterior en las portadas y
huecos singulares.
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